Quiste óseo aneurismático frontal. Caso clínico y revisión de la bibliografía

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Marta Navas-García, Paloma Pulido-Rivas, José M. Pascual-Garvi, Rafael Manzanares-Soler, Rafael G. Sola
Introducción

El quiste óseo aneurismático (QOA) es una lesión benigna, osteolítica y poco frecuente, que representa el 2,5% de los tumores primarios óseos. La afectación craneal supone únicamente el 6% del total de los QOA. La incidencia es mayor en pacientes jóvenes, con un máximo situado alrededor de la segunda década de la vida, y en mujeres [1]. El término ‘aneurismático’ hace referencia a su característico aspecto radiológico en pompa de jabón. Aproximadamente 100 casos de QOA craneales (QOAC) se han publicado hasta la fecha [2]. A continuación se presenta el caso de una mujer de 29 años, intervenida debido a la presencia de una lesión en la convexidad frontal derecha; el estudio anatomopatológico de la tumoración fue compatible con QOAC. Asimismo, se realiza una revisión bibliográfica recogida en la tabla de los 23 casos de QOA frontales publicados en la bibliografía hasta la fecha.
Caso clínico:
Mujer de 29 años, sin antecedentes de interés, remitida al Servicio de Neurocirugía tras el hallazgo de una lesión craneal frontal en ausencia de traumatismo craneoencefálico (TCE) previo. En la exploración la paciente presentaba una tumoración blanda, subcutánea, no dolorosa, fija y depresible en la convexidad frontal derecha de unos 3 cm de diámetro mayor. Asimismo, la paciente refería incrementos ocasionales del tamaño de la lesión de forma transitoria resueltos de forma espontánea. La radiografía simple de cráneo y el estudio con tomografía axial computarizada (TAC) craneal demostraron la presencia de una lesión redondeada radiolúcida, bien delimitada y de aspecto lítico en la región frontal derecha. La resonancia magnética (RM) cerebral evidenció una imagen expansiva y lítica de 3 × 1,5 cm de diámetro, de bordes bien delimitados y esclerosis marginal, sin invasión del parénquima subyacente; en secuencias T1 y T2 la tumoración presentaba un comportamiento hiperintenso, con una captación periférica y lineal tras la administración de gadolinio (Figura).
Se intervino a la paciente mediante una craniectomía guiada por neuronavegación que englobó dicha tumoración. Macroscópicamente se observó una tumoración ósea muy vascularizada, de consistencia heterogénea, que erosionaba la tabla externa; se encontraba adherida a la duramadre subyacente, sin invasión de ésta y presentaba una coloración rojo-parduzca. La lesión quedó extirpada en su totalidad y el defecto óseo remanente se cubrió con una craneoplastia de cemento acrílico y microplacas de titanio. El curso postoperatorio de la paciente fue satisfactorio. El estudio anatomopatológico demostró una lesión constituida por múltiples espacios quísticos rellenos de contenido hemático no delimitados por endotelio, una matriz osteoide y escasas células gigantes, con estroma fusocelular sin atipias y depósitos de hemosiderina; el diagnóstico anatomopatológico definitivo de la tumoración fue QOA.
En la TAC cerebral realizada dos meses después de la intervención no se apreciaron signos de recidiva ni restos tumorales.


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